De esta nada, el Espíritu dibujó y creó con un amor infinito a nuestra Diosa . La Diosa bailó entre los cielos y sus pies se movían al ritmo de toda la creación. Destellos de luz se exhalaban de su cabellera y proporcionaron luz a las estrellas y a los planetas. Mientras se contorneaba, estos cuerpos celestes empezaron a danzar junto a ella la sinfonía divina del universo. Al acelerar el ritmo del baile, formó los mares y las montañas de la Tierra. Recitó versos de amor y de gloria y, a medida que estos sonidos caían sobre la tierra, los árboles y las flores empezaron a crecer. De luz blanca y pura de su aliento nacieron los colores del universo, lo que tintó todo lo que nos rodea de una belleza turbadora. De la cosquilleante sonrisa que ascendía por su garganta, brotaron los sonidos del agua cristalina de los riachuelos, las amables vibraciones ondulantes del lago y los susurros de los océanos. Sus lágrimas de dicha se convirtieron en as lluvias que nos dan vida.
Y cuando su danza se tornó más lenta y la Diosa buscó compañía para compartir todas las maravillas del universo, el Espíritu creó al Dios para que fuera el compañero de su vida y le hiciera compañía. Como ella quería tanto a la Tierra, el Espíritu creó a su compañero mitad espíritu, mitad animal para que juntos, el Dios y la Diosa pudieran poblar nuestro planeta. El poder del Dios pasó por ella y esparció sus bendiciones. Juntos, el Dios y la Diosa dieron a luz a los pájaros, a los animales, a los peces y a las personas de nuestro mundo.
Para proteger y guiar a los seres humanos, el Dios y la Diosa craron a los ángles y a los espíritus poderosos, cuyas energías siempre caminan entre nosotros, aunque normalmente no las veamos. La Diosa dió a cada pájaro una canción mágica y el Dios a cada animal el don del instinto de supervivencia. El Dios es el maestro de los reinos animal y vegetal y, por eso, lleva astas de venado coronado en su cabeza. Este aspecto mitad hombre y mitad animal muestra su dicha por la creación de los animales y los hombres por parte del Espíritu y, a través de ellos, nos revela su imagen.
Cuando los hombres empezaron a crecer y a evolucionar, el Dios y la Diosa vieron la necesidad de que hubiera curanderos humanos. Así que tomaron energía del reino de los ángeles, del reino de los poderes animales y del reino delos hombres para crear a los brujos y brujas. Los brujos y brujas trajeron con ellos la sabiduría del Dios y la Diosa, la capacidad para curar y el arte de la magia. La Diosa enseñó a las brujas y brujos como trazar un círculo mágico y cómo hablar con el Espíritu del Dios, cómo comunicarse con los espíritus del aire, del fuego, de la tierra y del agua y cómo comulgar con los reinos animal y vegetal.
Al principio, los hombres aceptaron a las brujas y brujos y nos trataron con justicia; pero como las brujas y brujos eran diferentes, otros seres humanos empezaron a tener miedo de los portadores de la sabiduría del Señor y la Señora. Entonces las brujas y brujos se convirtieron en personas ocultas y dirigieron sus ritos de energía positiva en secreto a pesar del riesgo de ser capturadas y morir en manos de los seres humanos temerosos.
Cuando el mundo se volvió oscuro por las creaciones humanas nacidas de la ignorancia y del odio, la Señora se encarnó en la Luna para representar la luz de su paz, mientras el Señor tomó la forma vibrante del Sol para simbolizar la fotaleza del amor perfecto. Una vez al mes, cuando hay luna llena, los brujos y brujas celebramos y recordamos las bendiciones que nuestra madre nos ha otorgado. Invocamos su energía para que nos ayude a cuidarnos a nosotras mismas y a nuestras familias, a nuestro planeta y a nuestros amigos. Cuatro veces al año, a medida que el sol sigue los ciclos de las estaciones, los brujos y brujas celebramos los festivales del fuego, enel que veneramos al Señor y a su amor por nosotros. En los cuartos de las estaciones, las brujas y brujos veneramos el ciclo de la vida y todo lo que yace sobre la Tierra.
La Señora tiene muchos nombres -Isis, Astarté, Brida, Diana o Aradia, entre otros -y permanece a nuestro lado, entre todas las mujeres de la Tierra, sean de la raza que sean. El Señor adquiere muchos rostros, desde las facciones del fuerte Cernunnos a las del delicioso Pan. Él nos vigila y nos guía, y su presencia yace en todos los hombres. Cuando suena el trueno en los cielos y los rayos caen sobre la tierra, el Señor y la Señora danzan al son de la creación para que les recordemos y sepamos que nunca estamos solos. Cuando sale el Sol cada mañana, celebramos la dicha de su amor por nosotros, y cuando sale la Luna recorre sus fases, podemos comprender el ciclo del nacimiento, crecimiento, muerte y la resurrección, o sea, la naturaleza de nuestra especie.
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